El sueño indio

Picoteando por aquí y por allá en la inmensa montaña de contenidos que Google nos vuelca cada vez que tecleamos alguna palabra que nos intriga he llegado a un artículo que rápidamente despertó mi interés.

El artículo, en cuestión comentaba que el ministro de educación de Francia había ordenado a las escuelas públicas que advirtiesen del peligro que representa el juego del foulard. Esta diversión se la llama así aunque no siempre se utilice el pañuelo. Este pasatiempo consiste en apretarse el cuello hasta provocar la asfixia y sentir sensaciones alucinógenas por la disminución del oxígeno y el aumento del gas carbónico en el cerebro.


Inmediatamente me vinieron a la memoria imágenes muy nítidas de este juego, aparentemente inocente para los que lo prácticábamos. Nosotros lo llamábamos el sueño indio. Estoy hablando de hace la friolera de 40 años. Lo conozco bien porque yo mismo lo practiqué.

Lo aprendí en Tuy (Pontevedra). En aquellos años de 1973 yo estudiaba en un internado con un centenar de compañeros. Vivíamos el desconcierto y las turbulencias de la adolescencia con nuestros 15 años. Los educadores maristas que nos atendían se cuidaban de dotarnos de un ámplio repertorio de actividades culturales, sociales y deportivas. Sin embargo, siempre abundan los tiempos muertos, los rincones ocultos, los momentos para la confidencia, la conspiración y la magia. Una de las actividades más sugestivas que nos fuimos mostrando unos a otros era el dormir a un compañero con el sueño indio. Buscábamos un lugar semioculto bajo alguno de los grandes eucaliptos de la residencia. Siempre éramos un grupo pequeño pero casi nunca -gracias a Dios- éramos sólo dos. Alguno proponía el juego y rápidamente, tocado de la curiosidad, un voluntario aceptaba ser "el dormido". Había algo de incredulidad y de reto en esta aceptación. Nos parecía casi imposible, mágico diríamos, que de una manera tan sencilla doblegaran nuestra consciencia. El juego era más o menos así: El voluntario tenía que hacer 20 flexiones (con esto se conseguía una respiración agitada y un consumo elevado de oxígeno en el cuerpo), luego debía cerrar los ojos y contener la respiración. A continuación con los dedos indice y medio, o bien con los pulgares, un compañero presionaba las carótidas a la altura del cuello. No era necesario hacer una presión excesiva. En pocos segundos nuestro compañero caía como un trapo al suelo. La pérdida de conocimiento duraba algunos segundos más y en ocasiones se sucedían algunas convulsiones. Esto nos fascinaba. En una proporción preocupante el dormido tardaba más de la cuenta en despertar, entoces lo agitábamos y dábamos algunas tortas para espabilarle. Todo quedaba en secreto como un juego iniciático que nos hacía sentirnos especiales y en participar de "sensaciones fuertes".
Para el dormido el despertar era desconcertante: veía las risas de sus amigos; poco a poco tomaba conciencia de lo sucedido y contaba las breves experiencias alucinatorias que había sentido: puntos de luz, sensaciones de vuelo, de bienestar... Luego pasaba turno y él era el encargado de "dormir" al compañero.

Seguí buscando en internet artículos relacionados con el tema. Resulta que este juego ha provocado ya centenares de muertes en todo el mundo. Está documentada esta actividad en prácticamente todos los países. Hoy en día han surgido asociaciones de padres afectados cuyos hijos han muerto o estuvieron a punto de hacerlo. Hay webs sobre juegos peligrosos en la adolescencia que la situan en lugar preferente por su peligrosidad. Tal es su incidencia que en cada país se la conoce por un nombre diferente ("el sueño azul", "aeroplaneando", "el foulard", "sueño azul", "el apagón", "sueño californiano", "juego del morirse", "el ascensor", "cruzar al otro lado", "andar por las nubes", "juego del nokeo" (Knockout Game), "viaje al cielo", “Cinco minutos en el paraíso”, “el despegue”, “viaje al más allá”, “el crucero del placer” ...). Estos nombres tan sugerentes dan idea de la extraordinaria fascinación que pueden producir en los chicos. Las distintas variantes de este peligroso juego se extienden a otros ámbitos: el erotismo de la axfisia durante la actividad sexual, el uso de sogas, pañuelos, cinturones para provocarse un "viaje" solitario y sin drogas...

Todas estas actividades, pero especialmente las practicadas en solitario, suponen un riesgo elevadísimo. La hipoxia (falta de oxígeno en el cerebro) puede producir daño cerebral e incluso la muerte. Esta actividad es tanto más peligrosa en cuanto que los padres no detectan señal alguna de su práctica: no hay marcas, no precisa de producto alguno, las secuelas no son detectables inmediatamente, los chicos no tienen alteraciones de caracter por su práctica ... Los hijos más inocentes del mundo, los más sanos y deportistas pueden haberlo practicado.

Hace años, en Torres de la Alameda, en el centro oí cometar su uso a un alumno. Como educadores, debemos estar alerta a su posible práctica entre nuestros alumnos. Para ellos es un juego. Para todos los demás su posible entierro.

Comentarios

  1. Jope.... No había oído hablar nunca de esto, aparte de un capítulo de House, donde hablaban de su uso como "juego" sexual.

    Me dejas de piedra. "Mis" chicos son pequeños (trabajo en un cole), pero si algún año me toca instituto, estaré al tanto. Por si acaso.

    Un abrazo.

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  2. Yo lo jugue hace muchos años cuando era una adolescente, mi hermano mayor Llegó del colegio contándonos a mi hermana, mis padres y a mi sobre lo q su profesor de educación física les había enseñado y quiso experimentarlo con mi hermana y conmigo, yo fui quien más duro en despertar, el hizo q yo hiciera varias sentadillas y luego presionó mi pecho sacándome el aire de los pulmones por lo que yo caigo desmayada y entró en un trance, recuerdo q sentía como si varias personas bailarán y gritaran a mi alrededor y cuando desperté me sentí desorientada y vi las caras de preocupación de mis padres y mi hermana, mi hermano mayor se sentía un héroe por la hazaña q había logrado conmigo, ahora mismo yo tengo la edad de cuarenta años y no se porq tengo tanto problema para concentrarme y se me olvidan mucho las cosas, quizás sea por la edad, por herencia o por consecuencias del jueguito absurdo de mi hermano.

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    1. el blog se alimenta con tus comentarios gracias por dejar huellas

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  3. Me preocupa que fuera un profesor quien "enseñara" el juego a tu hermano. Supongo que más bien les habría advertido de su peligro; pero ya sabemos que esto puede provocar la curiosidad más que la prevención, a veces.
    En realidad es una técnica muy conocida desde la antigüedad. La practicaban ya los monjes tibetanos y su práctica está documentada en las pinturas secretas del palacio de Lukhang. Este es un pequeño palacio de tres plantas en la ciudad sagrada de Lhasa. En el tercer piso del templo, en una penumbrosa estancia, un inmenso y colorido tríptico muestra prácticas de sexo tántrico, deidades iracundas y técnicas secretas de meditación que, entre otras cosas, incluyen el estrangulamiento como medio para inducir experiencias cercanas a la muerte. Son escenas que, desde el s. XVIII, cuando ser pintaron, apenas habían tenido acceso a los Dalàis Lamas y sus maestros, monjes yoguis tántricos. Por razones de peso: eran peligrosas para los no iniciados.
    Una de esas pinturas, donde se muestra este proceso de iniciación tántrica próxima a la muerte lo podemos ver en este enlace:

    https://www.xlsemanal.com/conocer/arte/20180319/murales-tibetanos-budismo-tibet.html#foto7

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  4. No conocía esta práctica y estoy flipando. Yo la he vivido en persona cuando buceando he aguantado demasiado la respiración para llegar a un punto determinado del fondo, pero eso es problema mío y lo que acabo de leer me deja boquiabierto.

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    1. La práctica es bastante conocida y se sigue practicando aunque, últimamente, no sé de víctimas mortales por usar esa técnica. El artículo es un poco antiguo (puede que haya aparecido mucha más documentación desde su publicación y de cuyas novedades no estoy al corriente). Todo lo que se relata lo conozco de primera mano: son experiencias personales.

      Me alegro de que el artículo reciba la visita del autor de "Arlén, el guerrero belo", un título que tengo en mi lista de lectura para los próximos meses. También soy un aficionado a la historia (y ávido lector de novela histórica).

      Saludos y adelante con tus proyectos.

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