El tiempo es oro


El tiempo es oro, nadie lo duda que dicta el ritmo de nuestras existencias. Instante a instante, minuto a minuto, hora tras hora… las agujas del reloj van marcando su transcurso. Se nos gasta, por eso es tan precioso. Alguna batalla ya le hemos ganado, nuestra esperanza de vida ha aumentado en este último siglo, pero él aún tiene la victoria final: sigue siendo limitado. Y mientras avanza, lo consumimos con desigual frecuencia en mil y una actividades que, si calculáramos el intervalo que nos lleva cada una en el cómputo total de la vida nos sorprendería. En esas tareas breves e indispensables, en las que consumimos sólo unos pocos minutos pero repetimos a diario, se nos va al final una gran cantidad de tiempo: a cepillarnos los dientes, por ejemplo, dedicamos ¡un trimestre de nuestra existencia! Unos cuantos días más, hasta 106 jornadas, invierte el organismo en función tan esencial como hacer pis.
Pero si la mayoría de estas ocupaciones se nos pasan inadvertidas, hay otras en las que empleamos un buen pedazo de nuestra vida y que, al resultarnos pesadas o poco gratas, las consumimos mirando lo lento que se mueve a veces el minutero.
¿Cuántas colas aguardamos, por ejemplo? A esperar turno en la fila del mercado o del autobús destinamos casi 2 años, ¡500 días! En rellenar formularios, se sacrifican 305 soporíferas jornadas. Por no hablar de los casi 10 años de media que estamos ocupados en trabajar, lo que supone aproximadamente una séptima parte de nuestra vida consagrada a la jornada laboral.

Mucho tiempo ocupados, pero muy poco divertidos. Si analizamos esta tabla de tiempos, es triste pensar que, frente a los 3 años que gastamos en transporte o el año y 195 días que empleamos en quehaceres como cocinar, los periodos que se otorgan a aquello que nos divierte o resulta placentero se quedan en una insignificancia.
Para disfrutar de la lectura sólo contabilizamos una media de 250 días; con aún más breve lapso, 110 días, contamos en la vida para hacer el amor.
Nos resta el consuelo de que, si el tiempo es oro, también es relativo, y su percepción ha variado en su transcurso. En épocas pasadas en las que la existencia estaba marcada por la naturaleza, se tenía una noción cíclica del tiempo.
En Madagascar, la unidad de tiempo aceptada hoy es una cocción de arroz, lo que evidencia que la presunción de temporalidad tampoco es igual en todas las culturas, ni siquiera dentro de una misma sociedad actual, donde existen grandes diferencias entre cómo la percibe el que vive en el campo y el que sufre las horas punta de la gran ciudad.
Pero el tiempo es tan relativo que se hace elástico, encogiéndose y dilatándose con la edad, por ejemplo.
Y esa relatividad es tan patente que, según gustos, se perciben de forma distinta lapsos iguales –si entregar 23 años de la vida al sueño es para unos un bien necesario, para otros es un despilfarro– y marca diferencias en el modo en que consumen el tiempo ambos sexos: mientras la mujer invierte 2 años en lavarse, el hombre no ocupa más de 117 días en la tarea; mientras a ellos les bastan 177 días para vestirse, ella dedica 1 año más (531 días).
Aún así, a pesar de que el tiempo sea relativo y ya que indudablemente nos resulta tan sagrado, es un alivio pensar que en llorar sólo malgastamos 50 días de la existencia, una doceava parte de lo que invertimos en reír.

Comentarios

  1. 250 km diarios por las carreteras de Madrid en horas punta... Hora y media en llegar al trabajo y otra hora y media en volver...
    El tiempo es oro...
    La gasolina es oro...
    El mantenimiento del coche es oro...
    ¡Vivir es caro!

    Pero como lo he elegido yo (dentro de un rango de opciones muy reducido) no me quejo:

    - Escucho "en días como hoy" de pe a pa. Estoy al tanto de todas las noticias y sucesos.
    - Me relajo en el coche y, como la conducción es automática, me da tiempo a pensar en todos mis asuntos.
    - Doy por bien pagada gasolina y mantenimiento de mi vulgar utilitario por el hecho de realizar un trabajo que me gusta...

    Soy un vaquero del s. XX en su caballo de metal por las estepas madrileñas.

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  2. Artículo muy interesante que invita a reflexionar, sin duda.

    Muchas gracias.

    Un abrazo

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