Como cada 23 de abril,
este jueves se entrega el Premio Cervantes, el máximo reconocimiento de las
letras en español. La ceremonia tiene lugar en la Universidad de Alcalá de
Henares. En esta ocasión el galardón ha correspondido a Juan Goytosolo.
Hoy es una buena ocasión para recordar aquel famoso CAPÍTULO
1:
Que trata de la condición y ejercicio del
famoso hidalgo D. Quijote de la Mancha
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero
acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en
astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más
vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados,
lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las
tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de
velludo para las fiestas con sus pantuflos de lo mismo, los días de entre
semana se honraba con su vellori de lo más fino. Tenía en su casa una ama que
pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de
campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera.
Frisaba la
edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años, era de complexión recia, seco
de carnes, enjuto de rostro; gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir
que tenía el sobrenombre de Quijada o Quesada (que en esto hay alguna diferencia
en los autores que deste caso escriben), aunque por conjeturas verosímiles se
deja entender que se llama Quijana; pero esto importa poco a nuestro cuento;
basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad.
Es, pues, de
saber, que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso (que eran los
más del año) se daba a leer libros de caballerías con tanta afición y gusto, que
olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza, y aun la administración de
su hacienda; y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió
muchas fanegas de tierra de sembradura, para comprar libros de caballerías en
que leer; y así llevó a su casa todos cuantos pudo haber dellos; y de todos
ningunos le parecían tan bien como los que compuso el famoso Feliciano de
Silva: porque la claridad de su prosa, y aquellas intrincadas razones suyas, le
parecían de perlas; y más cuando llegaba a leer aquellos requiebros y cartas de
desafío, donde en muchas partes hallaba escrito: la razón de la sinrazón que a
mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de
la vuestra fermosura, y también cuando leía: los altos cielos que de vuestra
divinidad divinamente con las estrellas se fortifican, y os hacen merecedora
del merecimiento que merece la vuestra grandeza.
Con estas y semejantes razones
perdía el pobre caballero el juicio…
Queridos lectores:
Espero que ustedes no pierdan también el juicio con tanta maquinita, tanto ordenador, teléfono móvil, aparato de última generación y se ocupen un poquito más de leer un simple libro.
¡FELIZ DÍA MUNDIAL DEL LIBRO!
Una delicia este texto, Manuel. ¡Gracias, y feliz Día del Libro!
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias a ti por venir.
EliminarQue tengas una lectura feliz.