El deporte es la actividad más natural e instintiva. Se corre
para que no te alcancen, para alcanzar al que va delante. Se corre contra el
tiempo y luego para batir récords y ganar medallas y emocionar a los
aficionados. Esa es la ley normal para la mayoría de los deportistas. Para unos
pocos, como para Ibrahim Al Hussein, por ejemplo, o para Yonas Kinde, el
deporte es algo más, el deporte es un soplo de esperanza.
Gracias al deporte, tengo una vía de escape, yo que ya ni
tengo ni fuerzas para hablar desbordado por la catástrofe de mi país”, dice
Ibrahim, un nadador sirio refugiado en Atenas que perdió una pierna tras un
ataque con misiles en Siria, en 2013. Cuando sufrió el accidente, trató de
ayudar a un grupo de amigos que habían acabado también gravemente heridos cerca
de su casa.
“Quiero llevar mi voz a través del deporte a todo el mundo,
mi voz y la de todos los refugiados. Y que nos llegue el apoyo moral de todos.
Intentemos con el deporte crear un futuro mejor para todos”.
Este nadador participó en los recientes Juegos Paralímpicos
de Río en un equipo independiente. “Soy un privilegiado. Gracias al deporte
llevo una vida normal”, dice Ibrahim, que se convirtió en un símbolo olímpico
al portar la antorcha recién encendida por el sol en Olimpia a través del campo
de refugiados de Eleonas.
Como Ibrahim, Yonas Kinde está en Madrid para recibir el
premio a los Derechos Humanos que les ha otorgado el Consejo General de la
Abogacía.
Yonas, etíope, es un refugiado al que el deporte ha dado una
voz y una esperanza. Es maratoniano refugiado en Luxemburgo, participó en Río
formando parte del equipo de refugiados.
“Y solo ahí me sentí humano, la única
vez desde que huí de Etiopía. El equipo éramos una familia, todos nos
respetaban, nos sentíamos en igualdad con todos los demás atletas del mundo”,
dice Yonas.
A Yonas le sorprende que le digan que no entienden cómo un
etíope puede ser refugiado si en su país no hay guerra y aparentemente se vive
en democracia. “Hay cientos de miles de refugiados etíopes en todo el mundo”,
dice, en francés, Yonas, quien no quiere abundar en las críticas por miedo a
que el Gobierno tome represalias contra su mujer e hijos, que aún viven en
Etiopía.
Yo lo único que hago es intentar correr contra el tiempo porque soy muy vaga para los deportes; desde la adolescencia que me negaba a practicarlo... Es que me atraían los libros.
ResponderEliminarGracias por venir a mi blog.
Saludos
Hay que cultivar o trabajar lo aquello que nos hace sentir bien y da satisfacciones .
ResponderEliminarBesos.
Feliz Navidad. Un abrazo.