37 grados más uno .

Esta tarde hemos jugado un buen partido y la cosa ha funcionado. Hemos visto más fluidez en el juego y los jugadores salimos satisfechos por el trabajo realizado.
El objetivo cumplido.
El equipo ha ganado.



11 de la noche.
Llego a casa con una extraña sensación. A pesar de que hace un frío que te pelas, yo siento excesivo calor en mi cuerpo y además unos goterones de sudor se deslizan por mis sienes.
¡Aquí pasa algo raro¡
Me pongo el termómetro y marca 38 grados , o dicho de otra forma 37 más uno.
Ahora recuerdo al famoso Angel Nieto cuando ganó el campeonato mundial número 13 y como no le gustaba esa cifra por cierta superstición, ni corto ni perezoso convertía el numerito en una sencilla adición: 12 más 1.
Pues a mí me pasa lo mismo como no encontré nada que simbolizara el número 38 hago lo mismo y lo transformo en 37 más 1.
Ahora entiendo por qué apenas podía saltar, no me levantaba unos centímetros del suelo, o quizás fuesen unos milímetros, las botas de baloncesto me pesaban demasiado parece que estuviesen rellenas de plomo, como esas de los buzos que pesan un montón para que se hundan en las profundidades marinas. Así me encontraba yo, arrastrándome como buenamente podía por el gélido suelo del pabellón aunque los goterones del sudor me hacían olvidar ese ficticio frío.
37 grados y un montón de huesos
con algo de pellejo alrededor,
habrá que echar toda la carne
en el asador.
Eso será en otra ocasión porque hoy "no está el horno para bollos".
¡Buenas noches!. Me voy a la cama.

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