Cuando eres un niño y empiezas en esto del fútbol, vives de
ilusiones, de sueños que piensas que algún día llegarán porque crees que lo
puedes lograr todo. Desde que tenía 10 años, he visto compañeros, con muchas
más condiciones que yo, que se iban quedando en el camino. Y eso no es más que
un proceso de aprendizaje que se acelera cuando estás en un vestuario
profesional con 17 años y empiezas a ver que el fútbol que conocías no tiene
nada que ver con el fútbol profesional.
Me decía casi a diario: «¡Niño! Usted no sabe nada de nada».
Me apreciaba mucho.
Ahí aparece Luis en mi vida. Es mi profesor en el fútbol,
quien pone freno a mis ambiciones hasta que esté preparado, quien me aconseja y
me explica qué compañeros son los que me aprecian de verdad y quiénes los que
se acercan por interés, cómo funciona esto de los medios a este nivel.
Reforzaba los valores que había aprendido durante toda mi vida, los del fútbol
de antes. Como él me decía casi a diario: «¡Niño! Usted no sabe nada de nada».
Por eso, con el tiempo, entendí que lo hacía por que me apreciaba mucho.
Sinceramente, no se lo vi hacer con otro jugador. Me estaba preparando para que
pudiera llegar donde yo quisiera y me estaba preparando desde el cariño que me
tenía y que siempre conservó. Creía en mí.
Con España nos bajó de las nubes: «Fuera egos, no sois mejor
que nadie si no sois un equipo»
En nuestra segunda etapa juntos, hizo con la selección
española lo que antes hizo conmigo. Nos bajó de las nubes y nos dijo: «Fuera
egos, no sois mejor que nadie hasta que no seáis un equipo». Y ese proceso
estuvo lleno de baches, de enemigos en el camino que dejamos atrás con la
convicción del que sabe que tiene que pasar por eso para llegar a su meta. Y
cuando lo comprendimos, su discurso de que podíamos ser campeones de Europa ya
no sonaba a discurso motivador sino a objetivo real. Nos hizo creer que en
fútbol es el primer paso hacia los sueños más difíciles. Y eso fue cuando
estábamos más hundidos, cuando no llegaban los resultados y las dudas desde
fuera eran más grandes que nunca. Pero vivíamos en una burbuja que Luis creó
especialmente para nosotros y sólo para nosotros. Esa estrategia tuvo un final
feliz y pasará a la historia como el hombre que cambió el fútbol español, el
que nos hizo soñar, creer, luchar y ganar.
«¡Ganar, ganar y ganar!» gritábamos
antes de cada partido tocando el balón.
Hoy ya no está entre nosotros, pero los que le conocimos ya
hemos ganado. Los que aprendimos de él volvimos a ganar, y los que hoy leemos
que nos ha dejado con lágrimas en los ojos le damos las gracias porque volvemos
a ganar, y probablemente ganaremos siempre. Nunca te irás, nos dejas tu legado
imborrable.
Gracias viejo. Descansa en paz.
"De bien nacidos es ser agradecidos", dice el tan conocido como en la práctica olvidado refrán.
ResponderEliminarEsto le honra al señor Fernando Torres y me alegro.
Es de agradecer que lo des a conocer, Manuel.
Un abrazo.
Cuantos recuerdos y anécdotas, nos deja el gran Luis.
ResponderEliminarFicho por el atleti, el año que yo nací, el 64.
Hoy con casi 50 años, para mi es como si el futbol, lo hubiera inventado Luis Aragonés, imágenes en blanco y negro, que se fueron coloreando con los años, faltas sacadas con maestría, banquillos, gestos, imágenes, frases y anécdotas, muchas anécdotas, tantas como para escribir una larga historia. Garate acompaño mi niñez, pero tu me acompañaste siempre hasta que decidiste marcharte sin avisar. Hasta siempre viejo gruñón, un tío autentico. El futbol ya no sera la mismo sin ti.