Termina el mes de marzo inmerso en trifulcas deportivas donde ciertos progenitores no saben comportarse en las inmediaciones de un terreno de juego.
Juan Junquera tiene 16 años y es portero en el equipo
asturiano de juveniles Llanos 2000. Cada fin
de semana, Juan es testigo de lo que ocurre tanto dentro como fuera del terreno
de juego en el fútbol amateur. Tras la oleada de casos violentos acaecidos en
las últimas semanas con enfrentamientos entre padres, Juan decidió escribir una
misiva titulada "Su hijo no es Messi" que envió al diario La Nueva España. La carta tiene como destinatarios a esos padres que muestran
una exigencia extrema con su hijo en el ámbito del deporte. En ella muestra su
hartazgo por los episodios violentos, que él mismo ha sufrido.
Su hijo no es Messi. Entre
otras cosas porque si su hijo fuese Messi, ahora mismo estaría en el Barcelona,
y no lo está. Está en el equipo de su colegio, o de su barrio. Le entrena Pepe,
Borja o Marcos, no Luis Enrique. Pero aún así, usted, frustrado porque su
joyita ni es ni será jugador de la selección, cree que su hijo es Messi. Y hay
algo peor: le ha hecho pensar que lo es. Ha acudido a ver cada uno de sus
entrenamientos, indicándole qué debe hacer, cómo se debe mover y de qué manera
debe golpear el balón. Se ha desgañitado en la banda mientras el pequeño Messi
jugaba un partido irrelevante. Como si Pepe, Borja o Marcos no supiesen
enseñarle. Como si sus entrenadores no supiesen que a su Messi no le va a
llamar el Barcelona.
Le diré algo. Quizá esos entrenadores
con los que usted se enfada porque su hijo no juega lo equivalente a su calidad
le han enseñado a su hijo algo que usted nunca va a enseñar, porque no lo
tiene. Usted no tiene valores. Usted no sabe que esa hora y media en la que su
hijo disfruta del mejor deporte del mundo puede ser el mejor momento de su día.
Desconoce que perseguir ese balón durante toda su infancia no ha logrado que
esté en el Real Madrid, pero sí ha conseguido que supiese ganar, perder,
valorarse y superarse. No se ha parado a pensar que aunque su hijo no va a
llegar a una final de Champions, va a levantar a su compañero cuando falle o le
va a dar la mano al árbitro al final de cada partido. No sabe lo que es el
fútbol.
Usted es una referencia para su
pequeña estrella. Usted es alguien que va a sonreír cuando vea esa personita
corriendo hacia su dirección para dedicarle un gol. Pues ahora piense, si es
que tiene esa capacidad, lo que siente su hijo cuando le ve salir al campo como
un animal intentando alcanzar a ese árbitro que sólo estaba haciendo su
trabajo. Imagínese por un momento los ojos de un chaval de 12 años que ve a su
referente, a esa persona que le ha enseñado todo, enzarzarse en una pelea con
un padre del equipo rival.
La peor parte no es lo que un
'padre' como usted haga o deje de hacer, la peor parte es que su hijo va a
crecer aprendiendo que se puede insultar al árbitro, a un compañero o a un
rival, que se puede pegar a cualquier persona afín al equipo contrario o que
incluso se puede faltar el respeto de un entrenador. Y llegará a categorías
superiores cometiendo las mismas barbaries que usted cometió en su día. No
invento nada, esto es algo que por gente como usted se ve cada fin de semana en
cada comunidad del país. Y muchos se sorprenderán al ver ese comportamiento,
pero es el que usted le ha inculcado desde que piensa que su hijo será campeón
del mundo.
De personas como usted está
llena esta ciudad, este país y este deporte. Y a todos ustedes debería darles
vergüenza que sus hijos vayan delante de sus caras y les digan: "Papá, me
han castigado sin fútbol por tu culpa". Además de haberlo visto en vídeos,
a mis 16 años he visto en los campos de fútbol más de lo que usted se puede
imaginar, y sólo le pido que no vuelva a pisar uno de ellos jamás, que enseñe a
su hijo a disfrutar del deporte y que se entere por fin de que el fútbol no va
a convertir a su hijo en futbolista,
sino en persona, que es mucho más que eso.
El texto fue publicado
el pasado 24 de marzo en las páginas del mencionado periódico
A ver si les da vergüenza a esos padres, que con el ejemplo enseñan más y luego no entienden como es que su hijo es lo que es.....
ResponderEliminarBien por Juan, excelente carta!
Saludos, feliz fin de semana Manuel =)))
MANUEL, no que quitado ni borrado ningún comentario....puse moderación, pero no tengo nada tuyo.....
ResponderEliminarJajajaja ya entendí!!!! jajajaja perdón, me equivoqué!
EliminarBorra los comentarios si quieres =))))
¡Hola Liliana!
EliminarNo pasa nada.
Los comentarios dan vida.
Besos.
En estas situaciones los responsables son los mayores. Los niños hacen lo que ven. Hay que predicar dando ejemplo.
ResponderEliminarPues sí.
EliminarDe tal palo tal astilla.
Expulsaron a mi padre de un partido de juveniles porque los padres del equipo local rodearon el banquillo visitante y empezaron a insultar al árbitro.El colegiado dio por hecho que era él quien le estaba increpando y le echaron.Dejó constancia en el acta,"El masajista del A.D Henares me estuvo insultado toda la primera parte del encuentro". Le cayeron dos partidos de sanción de la Federación Madrileña de Fútbol. ¡Una pena!
ResponderEliminar¡Vaya tela!
EliminarEl tema de las actas arbitrales también daría mucho para hablar.
Saludos.
El ejemplo debe ser prioridad... Muchas veces los adultos dejamos mucho que desear! Feliz domingo!!!!!
ResponderEliminarCierto.
Eliminar¡Feliz domingo!