El Camino Mendocino ETAPA 3: Viñuelas - Torrelaguna

Camino Mendocino: Viñuelas - Torrelaguna (23,3 km)

Llanura cerealísta con Guadarrama al fondo, poco antes de Cubillo de Uceda. 

Son las 8:30 y estoy aparcando junto a la valla lateral del Centro de Mayores de Viñuelas. Hace frío.  Extraigo de la mochila toda la ropa para estos casos: guantes, gorro, braguero, polar... Como una cebolla me engroso añadiendo capas. Alcanzo la protección justa para soportar el frío (contando con el calor del ejercicio), aunque este penetra por las holguras. Está previsto un descenso térmico de 10º C. grados a partir de hoy. Menos mal que el sol aparece nítido sobre un cielo despejado.

En cinco minutos estoy bajando por la calle/carretera de Valdenuño buscando las primeras señales de la ruta. Las encuentro a la altura de la calle La Flor. El camino, que sigue el trazado de la antigua carretera de Viñuelas, es una pista de tierra, de cuando no había asfalto, y por la que ahora solo pasan tractores y caminantes ocasionales; de hecho, cuando pasa un tractor he de apartarme del camino. Hoy en día, estás máquinas llevan unas vertederas enormes que abarcan todo el ancho. Paso sin darme cuenta la encina centenaria del Cubillo que hay al otro lado de la primera curva del camino. Ahora, (tengo abierto google maps mientras escribo) la identifico (coordenadas 40.79885, -3.34911) y prosigo por una larga recta de 2,5 km. entre campos de labor. Llegamos entonces a un bosquete de encinas que flanquean el Arroyo del Val. Al lado de su curso un poste señalizador indica continuar de frente (Me doy cuenta ahora, examinando Maps de Google, que el camino de la derecha que sigue inicialmente el arroyo nos llevaría en menos de 1 km. a la carretera y desde allí, en sólo 2 km. más estaríamos ya en Cubillo. ¡Ay, si lo hubiera sabido! Resulta que, por no pisar asfalto, se añaden 3 km. más. Cualquiera que eche un vistazo a la complicada línea poligonal que traza la ruta se echaría las manos a la cabeza. Como dice mi hermano Miguel Ángel -veterano peregrino- "Al peregrino, lo peor". El paisaje, a partir del Arroyo del Val se anima mucho, con bosquetes de encinas y bellas vistas, pero al llegar al cruce posterior a una   columna geodésica (que veíamos durante un buen rato siempre a nuestra izquierda) nos obligan a realizar un tremendo desvío cuando la carretera ¡Por Dios! está a solo 500 m. (se ven claramente desde allí los coches circulando). El caso es que postes y flechas amarillas te internan por caminos que, aunque verdes y hermosos en esta época del año, te alejan hacia el Arroyo de las Viñas y te obligan a dar un rodeo muy considerable. No sé si merece la pena, realmente. Cubillo es un pueblo que tienes al alcance de la mano cuando lo divisas al frente, pero del que luego nos alejamos hacia la izquierda, para volver a verlo a la derecha, para enfilarlo de frente nuevamente en los últimos 500 m. Los casi 10 km. que dista este trayecto (6,5 km la carretera), medio cojo, se me hicieron eternos.

Entré en Cubillo por la ermita de la Soledad (entrada bella y reconfortante). La iglesia de la Asunción estaba cerrada (como la mayoría en esta ruta y en estas circunstancias). El ayuntamiento también, pero un empleado de la limpieza de las calles me advirtió, cuando me disponía a marcharme, que veía llegar al alcalde en ese momento. Me hacen esperar en la puerta y el empleado baja con el sello que estampa en la misma entrada. Sé que hay un buen bar a la entrada del pueblo (he comido allí una vez  un menú económico), pero no estoy con ganas ni tiempo de acercarme hasta la rotonda adonde llega la carretera desde Viñuelas y en la que los militares han construido un monumento (muy cerca tienen un campo de maniobras)

Prosigo  hasta Uceda abandonando la localidad por la cuesta del lavadero. Allí, me tomo un respiro junto a su fuente para  quitarme el polar y demás prendas de abrigo. El sol modera ya el frío de la mañana. Es un lugar pintoresco con un gran pilón y algunos elementos decorativos. Desde allí me incorporo a la carretera la cual no dejaré hasta 3 km. Desdeño la alternativa de la ruta de la Braña que se inicia al lado del primer chalet que encontramos (estoy escarmentado de rodeos bonitos). Como es aburrido caminar por el arcén, me paso al otro lado como veo hacer a un pastor con su rebaño. El suelo está mullido y verde, pero el piso es irregular, más dificultoso. Camino, sin saberlo, por zona militar (entiendo ahora por qué el trazado de la ruta evita el paso por el lado derecho de la carretera, que se adivina más amable que el asfalto).  A 1 km, aproximadamente, aparecen los aparcamientos de la zona militar de embarque en helicópteros que el ejército tiene habilitada. Leo los carteles y me doy cuenta de que circulo por zona prohibida. Retorno a la carretera y prosigo la larga recta hasta que, próxima la curva donde comienza la bajada hasta a Uceda. Encuentro allí, a la izquierda, un poste señalizando el andadero lateral. Lo tomo y me incorporo al mismo. Enseguida se junta con la senda de La Braña, poco antes del punto limpio de Uceda, desde donde parte un  camino que te lleva hasta el pueblo evitando la carretera (menos mal que este acorta, en vez de alargar).

Las señales indican atravesarlo por la parte exterior hasta la iglesia románica de Santa María de la Varga, pero yo decido acercarme hasta la Plaza Mayor, en el centro, donde se encuentra la iglesia de Nuestra Señora de la Varga y el Ayuntamiento. En el ayuntamiento he de esperar pacientemente a que atiendan a las dos personas que hay en el interior, el aforo por covid, restringe las entradas. Media hora para ser atendido y 10 minutos más para el sello. Finalmente la funcionaria me lleva hasta la caseta en madera de información y turismo que está justo enfrente y me sella la credencial con el sello oficial. 

Retorno a la zona norte del casco urbano buscando señales que me lleven hasta la iglesia románica. Un enorme trozo del lienzo de la antigua muralla, que a duras penas aguanta aún en pie, me da pistas (lo vi antes de apartarme de las ruta señalada). Pregunto a un paisano. El pobre hombre no disimula su apuro. Nervioso camina hasta el centro de la calle para indicarme mientras mueve la boca... Sospecho que habla demasiado bajo y le indico que oigo mal. El gesto de contrariedad se acentúa  aún más en su rostro. Me acerco pese al covid (¡la gente se aparta cuando lo haces!) y me doy cuenta de que ha sido laringectomizado. Le disculpo la explicación agradeciéndole el esfuerzo. Por señas me indica la dirección aproximada a base de preguntas que pudo responder con la cabeza y algunos gestos. El hombre se siente apurado: "¡Mira que venirme a preguntar a mí, que casi no puedo hablar, precisamente un sordo!"

La iglesia románica es muy bella y la zona conservada (el ábside) recuerda su buena factura; pero el interior, descubierto, está convertido en cementerio.

Sé que de allí se baja hasta el río por un antiguo camino medieval (en algunos lugares se dice que romano). Este aparece al lado de la ermita, en la esquina de un parque. Me sorprendo con esta bajada. Se trata de un camino empedrado sinuoso que, descendiendo en fuerte pendiente, se va adelgazando hacia el fondo hasta convertirse en un sendero. A poco de comenzar el descenso me doy cuenta de que aún puede apreciarse el empedrado original y le hago unas fotos. El camino, ya convertido en senda,  desemboca en la carretera M-128, a pocos metros del puente de hierro sobre el Jarama, límite con la Comunidad de Madrid. 

Las aguas del río, desde la barandilla azul del puente, se aprecian caudalosas en esta época del año; se deslizan rápidas y limpias bajo el frondoso paraguas de los árboles de la ribera . Poco después se llega al bucólico paraje de la presa de La Fábrica de Harinas con una cuidada fachada y que hoy día se emplea como Finca para bodas. Pasa por la misma un antiguo canal que proveía de agua para dar  fuerza a los molinos y que toma sus aguas 300 m. más arriba, del propio Jarama.
 
Tras dejar este oasis de verdor se vuelve al asfalto hasta entrar en unos dos km. en Torremocha, pueblo largo que se tarda en atravesar. Se pasa al lado de la estructura aparentemente medieval del Pontón de Casa Quemada (en realidad data de 1797) que salvaba el canal de Cabarrús (Canal de riego de la época de Carlos III, ideado y financiado por Francisco Cabarrús, asesor financiero y prestamista del rey).

Una larga travesía me lleva hasta el muy cuidado casco histórico donde está la iglesia de S. Pedro Apostol. Nada más entrar en el pueblo nos sorprende una interesante iniciativa municipal: Cada casa antigua tiene el nombre de su propietaria grabado en una hermosa placa; así tenemos "Casa de la Sra Maxi" "Casa de la Sra Elvira", etc... Durante la travesía se aprecian más de una decena. En el cercano ayuntamiento, siendo ya las 2:15, aún llego a tiempo de sellar la credencial. Me doy cuenta de que el restaurante La Mansiega, justo enfrente. tiene buena pinta y su menú, por 10 euros, me hace salivar; pero decido continuar hasta Torrelaguna, donde me espera Charo, mi mujer, en alguno de los restaurantes del lugar. No dejo de llevarme un recuerdo fotográfico de su original fuente de Tinajas junto a la iglesia. Ya ni miro en la Iglesia, voy con prisas y dudo que esté abierta.

Salgo de la localidad por la calle Torrelaguna y a través de campos de labor sin especial interés llego a Torrelaguna en una hora aproximadamente. 

A esta hora el sol está alto y lo que le apetece a uno es llegar cuanto antes. Con todo me da tiempo para  pensar en el famoso personaje nacido en la villa a la que me aproximo. San Isidro Labrador fue un santo zahorí, pocero, taumatúrgico y hacedor de lluvias (de familia mozárabe se sabe que sus padres se trasladaron a Torrelaguna, donde posiblemente nació, y allí se casó con María Toribia, de la vecina villa de Uceda). Viendo a lo lejos trabajar a los tractores me viene a la cabeza su milagro de los bueyes. El que los bueyes laboren solos mientras el Santo se dedica a piadosos rezos hoy no sería ya motivo de especial asombro. Los dispositivos de google y Tesla son ya capaces de conducir de manera autónoma; basta un GPS, sensores y el software adecuado. No falta mucho para que veamos arar solos a los tractores y, respecto a su capacidad para hacer brotar agua de un peñasco, cualquier pocero podría hacerlo e, incluso desde hace casi un siglo, los cartuchos de dinamita hace volar peñascos enteros liberando caudales atrapados.  

Accedo a la población pasando junto al polideportivo y, desde ahí, cruzando el canal del arroyo de Matachivas llego al antiguo Mesón Casa Patatas donde me resarzo con unas alubias con matanza y un buen filete con patatas. Creo que hoy no voy a cenar... 
 
He llegado destrozado. Tengo las piernas cansadas y doloridas, la rodilla con molestias y el pie derecho con ampollas desde la salida, pero estoy contento. El cuerpo ha respondido bien (aún podría seguir andando más, aunque con dolores). Pagué la falta de costumbre, pero es un buen precio por el retorno al camino. 


GALERÍA FOTOGRÁFICA

Residencia de Mayores Campiña de Viñuelas. Se puede aparcar en las proximidades.  

Con el perfil de la Sierra de Madrid al fondo, la larga recta que se inicia en Viñuelas y por la que caminaremos durante 3 kilómetros.

La sombra del peregrino. Es de mañana, pista en dirección OE hacia Uceda. Más al fondo Navacerrada. Los campos con los tallos jóvenes correspondientes a la fecha.

Pequeña laguna estacional a medio camino entre Viñuelas y Cubillo de Uceda.

Camino, poco después del vértice geodésico entre Viñuelas y Cubillo. Ahora en dirección a la carretera. 

El trazado se entremezcla con la ruta senderista "Ruta de la Braña" que transcurre entre Cubillo y Uceda. De hecho, la ruta ofrece una alternativa al largo tramo de carretera desde Cubillo por esta ruta (pero son 1-2 km, más y con los desniveles correspondientes)


Junto a la ermita de la Soledad, al entrar en el Cubillo de Uceda, nos sorprenden estas tres cruces. Dolorido como estoy me pongo a cantar sin poderlo remediar "Tengo clavadas tres cruces..." (...por este duro camiiiino...)

Dentro de Cubillo, sobre la pared de la escuela un cartel pintado por los escolares invita a vivir cada momento. un "Carpe diem", muy necesario en estos tiempos de pandemia. "Recuerda cuando el mundo paró, y disfruta al máximo cada día"

El bonito ayuntamiento de Cubillo de Uceda. Tomé la foto mientras subían a buscar el sello para la credencial. 

Agradable rincón a la salida de Cubillo, en el Arroyo del Valle. A la derecha, recortado, el lavadero. 

Cartel anunciador del área de embarque de helicópteros de "El Rebollar", en la zona militar entre Cubillo y Uceda. Está prohibido el paso, lo que obliga a transitar por la carretera que lo bordea durante 3 km. (Pero yo vi un centenar de individuos que se saltaban la obligación: Los rebaños de ovejas aprovechan la hierba del terreno... esperemos que no esté minado).  Resulta espectacular (tuve oportunidad de verlo un día que me acerqué hasta aquí desde Cabanillas) contemplar sus maniobras algún día de los que practican el salto en paracaídas.

Uno de los últimos campos de colza, poco antes de llegar a Uceda. Con Navacerrada al fondo.

Aquí abandonamos tres kilómetros de asfalto y se inicia el andadero al aproximarnos a Uceda. 

El ábside de la iglesia románica de Nuestra Señora de la Varga en Uceda. La única parte techada del edificio. 

Fachada de Nuestra Señora de la Varga que da al camino medieval. El interior, sin techo, alberga un cementerio. 

El camino medieval desciende abruptamente desde lo alto. Son aproximadamente 100 m. de desnivel. 


Puede observarse perfectamente aquí el pavimentado a base de gruesos cantos rodados de este camino medieval que subía desde el río Jarama hasta el pueblo de Uceda. 


Nada más atravesar el río Jarama encontramos el bucólico paraje de la Antigua Fábrica de Harinas con su canal de fuerza para las ruedas de la molienda que toma sus aguas del Jarama unos 300 m. más arriba.

Poco antes de entrar en el casco urbano de Torremocha está el Portón de Casa Quemada, que salvaba el cauce del Canal de Cabarrús del s. XVIII. El desgaste de las losas le confiere un aspecto más antiguo, casi medieval.

Ya en Torremocha encontramos estas originales fuentes al lado de la iglesia. Se trata de un homenaje del municipio al vecino Ángel Díaz Mínguez. Me acerqué por ver si eran de vino... (En el Camino de Santiago, en Irache, hay una fuente con vino a disposición del caminante). ¡Eran de agua!

Panorámica de Torremocha, ya de camino a la vecina Torrelaguna. Se aprecia ya el encajonamiento excavado por el Jarama y que forma su amplio valle. 


Panorámica primaveral del camino, con la insignia de uno de los postes señalizadores y Torrelaguna al fondo. 

Comentarios

  1. Con esta entrada concluye la primera parte de este tramo. Continuará la epidemia de covid-19 esté más controlada y se permita la circulación entre comunidades.

    ResponderEliminar
  2. Como curiosidad. Ayer mismo, en las clases virtuales de la Universidad de Mayores de Alcalá/Guadalajara, en la asignatura de Ecología, el profesor Pedro Villar Salvador (UAH) nos comentaba las interesantes investigaciones sobre las dispersión de propágulos en el caso de las encinas (experimentos que se llevan a cabo en la zona del Retamar, dentro de instalaciones del terreno militar en Uceda, al lado del camino). Sus explicaciones sobre las habilidades de los arrendajos y urracas, ratones e incluso escarabajos para esconder bellotas en el terreno (propiciando la regeneración forestal en los encinares) resultan fascinantes. La zona militar y la soledad y tranquilidad de estas zonas permiten la investigación. Se trata de un entorno privilegiado para los ecólogos... y los caminantes.

    ResponderEliminar
  3. D. Jesús, Muchas gracias por tan excelsa colaboración.
    Un saludo soñador.

    ResponderEliminar
  4. Gracias a los que se han tomado la molestia de leerlo, sé que no es un texto corto. Un saludo y ánimo con el deporte, cada cual puede ejercitarse según sus posibilidades ¡y además disfrutar!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

El blog se alimenta con tus comentarios.
Gracias por dejar tu huella ♥